Lento y silencioso, pero inexorable… así es el cambio que ocurre en Llancanelo, una de las joyas de la naturaleza mendocina. Si alguien conoció la laguna allá por los años ’80 y la vuelve a visitar hoy, sin duda pensaría que se equivocó de lugar y lo que tiene ahora enfrente no es Llancanelo.
Y de alguna manera estaría en lo cierto, en aquellos días la laguna era un mar de aves acuáticas: Cisnes de cuello negro, Coscorobas, Flamencos, Garzas, varias especies de Gallaretas (las “Taguas” como les decimos los mendocinos) y un sinnúmero de especies de patos se entremezclaban dándole a la laguna ese color y sonido que te atrapaba al instante. Si uno tenía la oportunidad de visitar los bañados de agua surgente que alimentan la laguna, se encontraría caminando, no sin dificultad, entre batrales y totorales que sobrepasaban los dos metros de altura. Con un poco de suerte podríamos ver los nidos de cisnes, patos y muchas otras aves acuáticas construidos con estas plantas y una riquísima fauna de pájaros típica de estos ambientes.
Pero hoy queda muy poco de todo ese esplendor. Los batrales (grupo de plantas denominadas con el nombre de Batro) pasaron por el tracto digestivo de cientos de vacas, caballos y cabras que hoy pueblan estos bañados y sólo podemos ver una llanura inundada con pastos bajos, interrumpida sólo por los montículos de excremento del ganado. Los cisnes ya no hacen sus nidos en estos bañados, tampoco los patos, y los flamencos rara vez han vuelto a nidificar en la laguna desde el año 1993, luego de los registros tomados por Sosa. Ese mar de aves acuáticas que apenas dejaba ver el agua ahora lo vemos como un negativo: algunas aves son lo que ahora interrumpen la monotonía de tanta agua…
Así se ven actualmente las costas y bañados de la laguna. Donde debería verse densos batrales sólo se observa vegetación baja y pastoreada por el ganado doméstico.Es que inexorablemente cualquier actividad humana conlleva la modificación del ambiente. La cría de ganado doméstico no es otra cosa que una introducción de especies exóticas en un hábitat que, en este caso, no está preparado para recibirlas. Produce un cambio en la fisonomía de los bañados que afecta a procesos ecológicos que son clave para el funcionamiento de la laguna. Las plantas acuáticas que crecen en los bañados funcionan como filtros naturales captando el exceso de nutrientes directamente del agua. Si estos nutrientes no son retenidos, pasan al cuerpo de la laguna y son captados principalmente por algas microscópicas, las que se reproducen en grandes cantidades y consumen mucho oxígeno del agua, afectando así a otros organismos. Este proceso, denominado eutroficación, en Llancanelo se ve acelerado a causa de la desaparición de las plantas acuáticas en los bañados y por los excrementos del ganado doméstico presentes en los mismos bañados, que proveen grandes cantidades de materia orgánica, nitrógeno y otros nutrientes.
Pero Llancanelo no está sola, sin ir muy lejos, la Laguna Blanca de Neuquén (declarado Parque Nacional en el año 1940) fue alguna vez la laguna “hermana” de Llancanelo, con una fauna de aves acuáticas muy similar y peleaban “codo a codo” en importancia para la nidificación de estas aves. El presente de Laguna Blanca es igual o peor que la de Llancanelo y su suerte también fue de la mano de especies exóticas.
Parque Nacional Laguna Blanca
Además de los problemas compartidos del ganado doméstico (Ver nota en Patrimonio Natural), existen otras especies como la trucha arco-iris (Oncorhynchus mykiis), la trucha marrón (Salmo trutta) y la perca (Percichthys colhuapiensis). Sembradas para explotar la pesca deportiva, estas especies consumen todos los recursos alimenticios de la laguna, alterando profundamente la red trófica y llegando a extinguir (por suerte sólo localmente) a una especie de rana endémica (Athelognatus patagonicus) del Parque Nacional. Hoy en día existe una construcción dedicada a la observación de aves donde podemos observar principalmente quironómidos luchando por atravesar los vidrios del observatorio y alguna que otra gallareta solitaria paseando por la costa.
Llancanelo, con sus numerosos problemas ambientales, va camino a “hermanarse” nuevamente con Laguna Blanca. Será que no queremos que se diferencien y que sigan siempre juntas, en las buenas y en las malas? Desde BIOTA creemos firmemente que no, que ambas lagunas pueden recuperarse y que Llancanelo aún se puede salvar de una muerte anunciada. Como sociedad debemos conocer los problemas que afectan a las áreas protegidas y exigir a los gobiernos que realicen acciones para corregirlos. Ambas lagunas han sido declaradas sitios Ramsar y de los 19 sitios de la Argentina, sólo Llancanelo aparece en el Registro de Montreaux, un registro que llama la atención sobre los cambios que están ocurriendo en los humedales. Esta inclusión de Llancanelo en estos registros no significa que el resto de los humedales no tengan problemas, como en el caso de Laguna Blanca, sino que alguien se preocupó por llamar la atención e hizo, acertadamente, el pedido de inclusión.
Vista panorámica de Llancanelo desde el volcán Carapacho
Hoy en día el turismo en áreas protegidas está cobrando importancia y la “mala propaganda” de los problemas ambientales puede afectarlo. Quizá ésta sea una de las razones por la que no nos enteramos de la gravedad de estos problemas y de los cambios que acarrean. El turista que visita por primera vez estas lagunas sin conocer su pasado no puede darse cuenta de la problemática actual. Probablemente ese turista vuelva fascinado por su viaje a la naturaleza “prístina” que le vendieron y no se entere, hasta que sea muy tarde, de la muerte lenta de estos ambientes. Es necesario tomar conciencia de que si no actuamos como sociedad, dentro de poco vamos a contemplar sólo espejos de agua, vacíos de vida, y sin ningún atractivo.